martes, 15 de octubre de 2013

Richard Dadd...

El golpe maestro del duende leñador
Richard Dadd
(1855-1864 , óleo sobre lienzo)
Copia del original conservado en la Tate Gallery de Londres
Richard Dadd, tras asesinar a su padre en 1843 y ser recluido en un centro psiquiátrico, empleó nueve años en pintar esta extraordinaria composición que ha sido considerada una de las obras más representativas del horror vacui. No parece haber en toda la composición un lugar vacío en el que pueda descansar la mirada.

Richard Dadd
Richard Dadd, nacido en 1817, fue uno de los muchos pintores y artistas de la época victoriana que estaban fascinados por las hadas y los duendes, de una manera semejante a como los norteamericanos de hoy en día (o los lituanos, aunque por distintas razones) adoran a los ángeles.

El ángel de Uzupis, el más célebre de los ángeles lituanos
Tras estudiar bellas artes y unirse al grupo The Clique, Dadd hizo un viaje a Egipto durante el que pasó siete días y siete noches fumando una pipa de agua (que él llamaba “hubbly bubbly”) y entonces descubrió que las burbujas en el agua eran un lenguaje secreto, que fue capaz de descifrar. Así le llegó un mensaje del dios Osiris. Antes de regresar a Inglaterra, pasó por Roma, donde a duras penas pudo evitar atacar al Papa, un acontecimiento que nos recuerda inevitablemente el ataque a la Pietá de Miguel Ángel llevado a cabo por otro artista, el húngaro Lazslo Toth en el siglo XX.
A su regreso a Londres, Dadd fue examinado y el médico recomendó que se le internase. Sin embargo, logró convencer a su padre de que sólo tenía que descansar un poco y padre e hijo se fueron al campo. Allí Dadd decidió obedecer lo que le había dicho Osiris: mató a su padre y con una navaja y una cuchilla lo desmembró, del mismo modo que Osiris fue desmembrado un día. Después regresó a Francia.
Aunque al principio se pensó que Dadd había sido asesinado junto a su padre, el testimonio de su hermano y el descubrimiento de libretas en al casa de Dadd en al que estaban representados diversos conocidos, todos ellos con la cabeza cortada, hizo que persiguieran al artista, que fue capturado en Francia un instante antes de que degollara a un turista.

Bethlem Hospital, conocido popularmente como Bedlam
Encerrado en el hospital de Bedlam durante veinte años, Dadd inició entonces una nueva carrera artística, cambiando radicalmente de estilo. Nunca explicó por qué Osiris quería que matara a su padre, pero muchos sospechan que la respuesta está en algún lugar de ese cuadro sin vacío que El golpe maestro del duende leñador.

Retrato de un joven, por Richard Dadd
El golpe maestro del duende leñador está realizado con tal delicadeza y maestría que no puede ser apreciado en una reproducción, puesto que está literalmente pintado en tres dimensiones. Algunos de los personajes, como un sátiro que esconde bajo las faldas de dos mujeres casi no puede ser visto a no ser que la persona se desplace. Por ello, el horror vacui no se aplica sólo a las dos dimensiones, sino también a la profundidad.

Escena de bacanal, por Richard Dadd

¿HORROR VACUI O VACÍO?
La obra ha estado sujeta a una continua controversia e interpretación. Se ha discutido su carácter autobiográfico, su intención oculta de crítica social y se ha intentado descifrar los códigos ocultos en ella. Incluso, como han hecho Schiffer y Goldstein, se ha negado su adscripción al género del horror vacui u horror al vacío.

Detalle en el que vemos al leñador (tal vez el propio Dadd) y a un enano que podría ser su padre. Aunque el hacha debería descargarse sobre la avellana, para construir un nuevo carro para Mabb, la reina de las hadas,  también parece amenazar la cabeza del diminuto y triste ser, que mira asustado.
Richard Goldstein, a partir de la lectura del poema que el propio Dadd dedicó a su cuadro,Elimination of a Picture & its subject–called The Feller’s Master Stroke, concluyó que en el cuadro se expresa el vacío, no el horror vacui.
Anne Marie Schiffer se sumó a la tesis de Goldstein, añadiendo un punto de vista científico. En su opinión, el cuadro de Dadd debe ser considerado como una de las mejores expresiones del vacío, no sólo porque, como sostiene Goldstein, el artista llenó el lienzo de objetos y personajes como respuesta a su vacío existencial y su demencia interior, sino porque, más allá de las apariencias inmediatas, en ese cuadro, y en cualquier cuadro, casi todo es vacío.
Desde la perspectiva científica de Schiffer, hay que distinguir entre apariencia y realidad, entre el fenómeno (lo que vemos) y el númeno (lo que permanece oculto). Aparentemente existe lo sólido, en realidad el vacío está en todas partes:
“Todas las cosas están compuestas de átomos. A su vez los átomos están compuestos de núcleos y electrones. El núcleo es comparable a la cabeza de un alfiler en una catedral, los electrones motas de polvo que vuelan en el interior de la catedral. La gran diferencia es que en el átomo no hay catedral: el espacio equivalente a la catedral es tan sólo vacío. Cualquier objeto está compuesto en un 99,9 % de vacío.
Aunque llenemos el espacio de objetos y de materia, seguiremos teniendo tan sólo vacío, como intuyeron, antes que los propios físicos, los artistas del horror vacui.”
Anne Marie Schiffer
(Consideraciones sobre el vacío en la pintura)



                                                  LA PASIÓN SEGÚN RICHARD DADD

El 8 de enero de 1886 murió el artista británico Richard Dadd, después de haber pasado 42 años encerrado en varios centros de reclusión para lunáticos. Tras un viaje por Italia, Grecia, Turquía y Egipto, una insolación le hizo perder el contacto con la realidad. Después de matar a su padre, Dadd se dedicó intensamente a la pintura. El gran golpe del leñador mágico es una de sus obras, que regaló a uno de sus enfermeros de un manicomio y que ahora se puede ver en la Tate Gallery de Londres. Es un óleo obsesivo que suscita la reflexión sobre el peso de lo irrevocable.
Al visitante de la Tate Gallery de Londres, donde tantas obras maestras le esperan, le aconsejaría este año de 1986 una atención especial a una de las más singulares y menos frecuentadas: The fairy-feller's masterstroke (El gran golpe del leñador mágico), que fue pintada en el manicomio de Bethlem entre los años 55 y 64 del siglo pasado. Su autor, Richard Dadd, artista, parricida y demente, murió el 8 de enero, hace 100 años, tras haber pasado 42 encerrado en varios centros de reclusión para lunáticos. Quisiera celebrar con esta breve nota su destreza pictórica y también rememorar su calvario.Richard Dadd nació en agosto de 1817 en Chatham (Kent), hijo de un distinguido químico que unos años más tarde se instaló en Londres. En esta capital realizó sus estudios de arte y pronto se hizo notar por obras de delicada fantasía plasmada con preciso realismo, como Puck,Titania sleeping y, sobre todo, Come into these yellow sands, una cabalgata de danzantes feéricos en una playa a la luz de la luna que fue la sensación de la exposición anual de la Royal Academy en 1842. Dadd tenía 25 años, y en esa misma fecha partió con su amigo sir Thomas Philips, antiguo alcalde de Newport, a un viaje iniciático por Italia, Grecia, Turquía y Egipto. En el trayecto realizó numerosos esbozos -la Salute de Venecia, olivos de Atenas, camellos turcos, paisajes de Rodas...- y algunos óleos de tinte oriental, muy dentro del gusto victoriano que comenzaba a perfilarse. En la Navidad de 1842 sufrió una fortísima insolación en Egipto que hizo temer por su vida.
A partir de entonces su imaginación se desbocó por rumbos sublimes y peligrosos.
Cuando volvió a Inglaterra, Richard Dadd se sabía poseído por él dios egipcio Osiris, qué había decidido convertirle en su emisario e instrumento. La tarea que le encomendó era urgente y vasta: acabar con las manifestaciones del diablo que pululan por el mundo. Una de las advocaciones satánicas más evidentes encarnaba en sir Thomas Philips, su ex compañero de viaje; otra, aún peor, en su propio padre, el reputado químico que tantas ilusiones tenía depositadas en el hijo artista.
Robert Dadd se resistió a reconocer la insania de su hijo y aspiró a curar las secuelas de la fatal insolación por medio del reposo. Pese al dictamen sin ambages del doctor Alexander Sutherland, que consideró que Richard ya no era responsable de sus actos, el padre siguió resistiéndose a internar a su hijo en un manicomio. Entre tanto, la voz de Osiris no cesaba en sus secretas amonestaciones y su enviado en la tierra tramaba un plan exterminador.
Con el pretexto de que una estancia en su tierra natal le repondría, Richard citó a su padre en Cobhan y allí se reunieron para cenar en Ship Inn. Después salieron a dar un paseo. A la mañana siguiente, el padre fue encontrado apuñalado en una zanja y Richard huyó a Francia, donde Osiris iba a señalarle nuevos avatares diabólicos que debían ser inmolados. Fue arrestado cerca de Fointainebleau, tras haber agredido a un desconocido en un vagón de tren, un poco al modo del personaje de Gide en escaves du Vaticain.
Internado en el State Criminal Lunatic Asylum, dependiente del Betlhem Hospital, Richard Dadd dio por terminada su misión de mayal del dios y volvió a su oficio de pintor. Produjo obras de diseño minucioso y propósito inquietante, cómo su Oberon y Titania, la perturbadora acuarela titulada The child's problem, o su serie sobre las pasiones humanas.
También efectuó apuntes plácidamente sombríos de la rutina manicomial. Pero, sin duda, la más memorable de sus creaciones fue el pequeño óleo (22 por 16 pulgadas) en el que se retrata de una vez por todas el magistral golpe del leñador mágico, cuya realización le ocupó casi 10 años y que dejó inacabado al ser trasladado al manicomio de Broadmoor.
En un escenario de abigarramiento obsesivo, pintado al microscopio, sin huecos ni alivio, el anónimo leñador se dispone eternamente a descargar su hachazo definitivo sobre una gigantesca castaña. Diversos personajes de fábula, elegantemente hechizados o grotescos, margaritas atentas, juncos, frutos caídos, observan con aliento suspenso la ejecución de lo inminente. Quizá esperen ser rescatados por ese sacrificio a la vez implacable e incruento, duplicación misteriosa de aquel otro, sanguinario, que los esclavizó en el jardín alucinante. Es la vivencia desgarradora del tiempo en la acción lo que está allí pintado, como bien resume Octavio Paz en su comentario de la obra: "La espera es eterna: anula el tiempo; la espera es instantánea, está al acecho de lo inminente, de aquello que va a ocurrir de un momento a otro: acelera el tiempo".
Eterno retorno de lo mismo tan raudo que ni siquiera llega a ocurrir la primera vez, y así consigue su particular infinitud, juntamente opresiva y fascinadora. En el pequeño óleo no se distingue ni una pincelada: las figuras no parecen pintadas, sino injertadas en un decorado tangible.
Trasladado a Broadmoor, Richard Dadd regaló su obra maestra inacabada a uno de sus enfermeros. En su nueva penitenciaría sobrevivió aún 21 años, hasta el 8 de enero de aquel 1886. Oh tú, visitante de la Tate Gallery, detente un momento ante este momento detenido del leñador mágico, reflexiona sobre el peso de lo irrevocable y da gracias por tu frágil cordura al oscuro destino que ignoras.
Publicado en El País 24 de enero de 1986 Fernando Savater







1 comentario:

  1. Hola Carlos, te has olvidado mencionar que la primera parte de esta página fue escrita por mí (Daniel Tubau) para la exposición de El Museo de los Mundos Posibles "Realidad y representación". Así como incluir un enlace al original en el Museo: http://wordpress.danieltubau.com/vacio/

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